martes, 30 de julio de 2013

Molinos de viento PAPAS

Roberto Rodríguez Baños

(AMI) Una audiencia presente de tres millones de personas da constancia de la dimensión latinoamericana impresa por el papa Francisco al aggiornamento promovido por Juan XXIII en 1962 que hoy ha reeditado: el diálogo de la interdependencia consciente entre las diversas concepciones religiosas para rescatar al hombre y sus estructuras sociales de los errores del poder, con la primacía de la iglesia, es decir la amplia base de creyentes, sobre la jerarquía eclesiástica divorciada de aquella, y la naturaleza universal supuesta al catolicismo.

Marca el capítulo cerrado en el encuentro de Copacabana el comienzo de un reencuentro de los católicos consigo mismos y la última jornada, quizá, del rescate de un credo que con las palabras de la cédula dedicada al tema por la Wikipedia, sería el de “la iglesia católica, compuesta por 23 iglesias sui iuris que se encuentran en completa comunión con el papa y que en conjunto reúnen a más de mil millones de fieles, una sexta parte de la población mundial y más de la mitad de todos los fieles cristianos [aunque] hay varias iglesias que comparten también el adjetivo calificativo de «católicas», como la ortodoxa y las antiguas iglesias orientales, la iglesia asiria del Oriente y las iglesias que constituyen la comunión anglicana.”

No es poca cosa y tampoco parece casual que esta tarea corresponda al argentino Jorge Mario Bergoglio, mucho más afín a Angelo Giuseppe Roncalli, el anciano campesino italiano que se convirtió en Juan XXIII, tan ajeno a la jerarquía constituida por príncipes de los más oscuros rincones del renacentismo como Achille Damiano Ambrogio Ratti, Pio XI, quien con sus encíclicas Iniquis afflictisque, Acerba animi y Firmissimam constantiam alimentó la guerra cristera y el asesinato de Álvaro Obregón, además de suscribir el tratado de Letrán con Mussolini, quien dio su anuencia para la creación del Estado Vaticano, y fue por supuesto, ferviente partidario de Hitler.

Ni qué decir del profascismo militante de su sucesor, Eugenio Maria Giuseppe Giovanni Pacelli, Pio XII, identificado por el dramaturgo Rolf Hochhuth como el protagonista de su obra El vicario, que denuncia su abierta colaboración con Berlín. Tampoco es desconocido el colaboracionismo de Karol Wojtyla con los invasores nazi-fascistas de Polonia, ni la presencia de Joseph Ratzinger en las juventudes hitlerianas vistiendo el uniforme del ejército del III Reich.

La breve visita de Francisco a la isla de Lampedusa y luego su deslumbrante gira brasileña diluyen cualquier semejanza con los personajes referidos. Pero lo ponen también en la circunstancia de alto riesgo que sustanció la breve presencia en el trono vaticano de Albino Luciani Tancon, el primer Juan Pablo, iniciada el 26 de agosto de 1978 y finada el siguiente 28 de septiembre cuando fue encontrado muerte en la alcoba papal.

Esa mañana Gonzalo de Betencourth y Carvajal, el director de Pueblo, el periódico de los sindicatos españoles, exiliado en la corresponsalía del diario en Bogotá, a quien había encontrado días antes en Managua, llamó a la puerta de mi habitación en el hotel Balmoral de San José de Costa Rica, señaló la pequeña radio de transistores de la que nunca se separaba, y me informó: “Ha muerto. ¡Para mí que le han asesinao!” Hablaba del papa. Francisco, que lleva ahora la estafeta de Juan XXIII, no debe echar en saco roto tan directo antecedente. rrb@red-ami.com http:// http://nrrb.blogspot.mx/



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